Luis Alberto Villalón, Contador Auditor egresado de UNAP Santiago
El trabajo duro, esfuerzo, constancia, planificación y el emprendimiento caracterizan la carrera profesional y la vida familiar de Luis Alberto Villalón Badilla (61), director y gerente de su propia empresa.
Recuerda con cariño y agradecimiento a la Universidad Arturo Prat (UNAP), donde cursó sus estudios de contador auditor desde 1995, para perfeccionarse y profundizar sus conocimientos, convencido que la dedicación profesional da buenos frutos.
Actualmente repasa con emoción y alegría sus inicios, haciendo un positivo balance de decisiones y el camino avanzado gracias a la preparación recibida en la UNAP Santiago.
Grandes corporaciones se han formado y desarrollado con la asesoría de su empresa Villalón y Asociados Contadores Auditores, que ofrece servicios contables, de recursos humanos, auditorías, área jurídica, de inventarios físicos y administración de edificios.
“Fue la carrera más completa en función de las opciones laborales que ofrecía en el futuro. Inicialmente estudié contador general en el Instituto Superior de Comercio de Santiago y luego me perfeccioné como contador auditor en la UNAP”, dice Villalón. Y destaca que recientemente obtuvo su grado de magíster en contabilidad y finanzas de la U. de Chile.
MEJOR DESTINO
Se considera un hombre de familia. Está casado y tiene dos hijos y cuatro hijas. El mayor de 39 años y la menor de 24. Dos médicos, matrona, odontóloga, contadora auditora y una ingeniera comercial, completan el grupo de seis profesionales quienes siguieron el ejemplo y enseñanzas de su padre.
“El consejo es estudiar y ser buenos (…) con la universidad se tiene un sueldo muy por sobre el mercado respecto a la gente que no tiene profesión. Esa es la mentalidad. A mis hijos les expliqué que sus vidas iban a tener un mejor destino y estarían más tranquilos siendo profesionales. Es el sello que enseñé y ahora les va bien”, comenta.
También señala que similar recomendación daría a las futuras generaciones de estudiantes.
“Que se esfuercen por ser profesionales. El camino está ahí. Por ejemplo, mis padres no me dejaron fortuna, nada. Pero mi madre decía: «a Dios rogando y con el mazo dando». Es algo que tengo muy grabado desde pequeño. Porque no solo había que rezar para conseguir las cosas, sino que además trabajar muy duro. Y el trabajo constante genera beneficios”, explica.
EMPRENDIMIENTO
Villalón aclara que él fue incluso más allá, ya que, en vez de sólo ser empleado, se atrevió a emprender desde el comienzo instalando su propia oficina de contabilidad.
“No hay que temerle al emprendimiento. Un profesor de marketing y economía en la UNAP, cuyo nombre no recuerdo, decía que todos en la universidad éramos gente inteligente y con capacidad de generar un emprendimiento que generara recursos. Y que no sólo debíamos ser empleados. Y eso hice yo”, asegura.
Revela que el año 2000, gracias al consejo de un colega, instaló su oficina frente el Servicio de Impuestos Internos —en la comuna de Providencia, Región Metropolitana— con el objetivo de captar mejor a sus clientes.
FÓRMULA INICIAL
“La gente cruzaba al frente donde estaba yo instalado. Me hacían consultas y ahí empecé a tener clientes. Esa fue la fórmula inicial de mi colega, quien me mostró el camino: Alejandro Tapia. Éramos compañeros de Universidad. No lo he visto hace 25 años, pero él me impulsó y no lo sabe. El iluminó mi camino y me lancé”, relata con alegría.
Respecto a proyectos futuros, Villalón Badilla explica que un objetivo próximo es consolidar su oficina especializada. “Estoy en un proceso de tranquilidad, para que esto siga creciendo lentamente. Tengo cierto prestigio, la gente me busca y creo que estaré acá hasta que me jubile”, dice.
LA QUIEBRA
Uno de los mayores desafíos que ha enfrentado fue la quiebra de su farmacia en Santiago, negocio que había iniciado con su esposa, quien es química farmacéutica. Gracias a la formación profesional recibida en la UNAP, pudo reinventarse y comenzar de nuevo.
“Antes fui también empresario farmacéutico. Sufrí mucho, quebraron mis negocios por efecto de la canibalización de mercado frente al surgimiento de las cadenas de farmacias. Tuve que irme para la casa. Y ahí tomé mi título de contador auditor, empecé de cero y mi vida nuevamente tomó un rumbo que nunca más se detuvo”, recuerda con emoción.
“Entonces la profesión me ha dado todo. Casa, auto, mis seis hijos profesionales, he podido viajar, conocer lugares maravillosos, etc. Pero es resultado de mucho trabajo. Pero también múltiples satisfacciones. Hay grandes corporaciones que se han ido formando al alero de mis asesorías. Así es que eso es un éxito”, expresó.
Pese a sus buenos resultados, Luis Alberto Villalón no se detiene y continúa profundizando y actualizando sus conocimientos. “Tengo muchos cursos de legislación tributaria, la que constantemente está cambiando. He hecho diplomados para seguir dando un muy buen servicio” asegura junto a su equipo de ocho especialistas: un ingeniero comercial, cuatro contadoras auditoras, y dos contadores generales. “Mi profesión me ha dado todo”, reitera con convicción.