El desierto es un ecosistema que requiere de valoración, principalmente en lo que se refiere a las prácticas ancestrales que se realizan en el ámbito agroalimentario, y que han persistido en el tiempo en las comunidades de la región de Tarapacá y, especialmente, en la Provincia del Tamarugal. En ese contexto, estas prácticas deben ser rescatadas para servir de referencia por su resiliencia a ambientes estresantes y también afectados por el cambio climático. Para ello se necesita del uso de la capacidad científica y tecnológica que sostenga la biodiversidad y la sustentabilidad, entregando a la población la oportunidad de generar un modelo aplicable a cada uno de los territorios o cuencas.
Es en este marco que el próximo 23 de mayo a las 12 horas en el auditorio Oscar Hahn, con la charla magistral “Tarapacá Territorio Complejo: Indígena Intercultural”, a cargo del sociólogo de la Universidad Arturo Prat, Héctor Solorzano Navarro, se llevará a cabo el lanzamiento oficial del proyecto Nodos Laboratorio Natural del Desierto de Tarapacá “Rescate de Prácticas Ancestrales para impulsar la Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación hacia un Desarrollo Agroalimentario Sustentable y Sostenible”.
Este proyecto, realizado de manera colaborativa por la Facultad de Ciencias de la Salud, Facultad de Ingeniería y Arquitectura, Facultad de Recursos Naturales Renovables y la Facultad de Ciencias Humanas, de acuerdo al director de esta iniciativa Dr. Jorge Olave Vera, pretende catastrar, conocer y reconocer, las técnicas de producción utilizadas históricamente por las comunidades ancestrales y rurales de la provincia del Tamarugal, desde el enfoque ecosistémico, donde la cuenca, como una unidad basal para la gestión del ecosistema.
“La provincia del Tamarugal es un escenario natural que posibilita tener una mirada integral para la incorporación de estrategias que propendan, mediante la mirada de la ciencia. tecnología, conocimiento e Innovación, una mejora complementaria en la eficiencia de éstas. Así las comunidades actuales y futuras, sobre todo hijos y jóvenes profesionales del territorio, podrán dar continuidad a las prácticas de sus padres o ancestros”.
Agregó el especialista que esto permitirá contribuir en la calidad de vida de las personas y frenará la creciente migración logrando así un desarrollo agroalimentario más justo, armónico, inclusivo y respetuoso del territorio y su gente.