Efectos de la pandemia en niños, niñas y adolescentes: ¿qué hacer con la violencia?

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Familia y Educación

Por: Claudio Figueroa Grenett, académico carrera psicología, área social comunitaria.

Antonia Luza Gómez, académica psicología y directora CAPSI UNAP.

El efecto de la pandemia en niños, niñas y adolescentes (en adelante, NNA) presenta múltiples dimensiones. En un estudio de UNICEF (2021) titulado Salud Mental en tiempos de coronavirus,se sugiere que los NNA no vivieron el acontecimiento de manera pasiva, pues desplegaron la capacidad de juego permitiéndoles elaborar y simbolizar la experiencia de incertidumbre asociada a la pandemia. Si bien la pandemia generó un impacto negativo en la salud mental de los NNA, en relación al  aumento de los niveles de estrés, ansiedad y soledad producto del distanciamiento y aislamiento durante varios meses (Loades et al, 2020), también demostraron poseer recursos y capacidades para afrontar la situación, por ejemplo, al sostener su capacidad de jugar, recreando y transformando espacios sociales, y estableciendo así,   relaciones interpersonales por medio del uso de pantallas y redes sociales (UNICEF, 2021).

Lo anterior, no significa invisibilizar que los NNA estuvieron expuestos a importantes efectos emocionales y psicológicos producto de las restricciones asociadas al cierre de escuelas y jardines infantiles, así como a la pérdida de la conexión interpersonal, las limitaciones para realizar actividades de recreación y acceso a servicios de protección para enfrentar situaciones de vulneración de derechos (CDN, 2020). Además de los efectos psicológicos y emocionales, el regreso a la presencialidad en la mayoría de los establecimientos escolares estuvo relacionado con distintas expresiones de violencia que alertó a las instituciones educativas, familiares y autoridades. La Superintendencia de Educación informó que el 30% de las denuncias recibidas, hasta las últimas semanas de marzo de 2022 en Chile, correspondía a casos de violencia escolar, por ejemplo, los casos de maltrato físico y psicológico entre alumnos aumentó un 22% respecto de años anteriores.

El aumento de la violencia en las escuelas es preocupante, fundamentalmente porque la violencia consiste en un conjunto de prácticas que limitan el ejercicio y goce de los derechos humanos, en este caso, del derecho de los NNA a desarrollarse sanos física, mental y espiritualmente y a ser protegidos contra el abuso y la discriminación, ambos estipulados en la Convención de los Derechos del Niño (ONU, 1989), ratificada por el Estado de Chile en 1990. En cuanto a las explicaciones sobre el fenómeno de aumento de violencia en las escuelas, existen distintas opiniones. La mirada más reduccionista, atribuye la violencia a causas individuales, a algún tipo de trastorno psicológico. Pero también existen explicaciones integrales que enfatizan, por un lado, la presencia de modelos violentos de relación intrageneracional e intergeneracional que ya existían y, por otro lado, el confinamiento asociado con la pandemia que limitó las opciones de relaciones interpersonales y la construcción de normas socialmente compartidas desde una perspectiva de derechos.

En este marco, es razonable pensar que hemos estado sometidos a situaciones de violencia desde hace años o décadas y cuestiones que la pandemia probablemente intensificó, aunque desconozcamos sus verdaderas causas. Por este motivo, es fundamental que las comunidades educativas implementen procesos de reflexión con todos los actores involucrados, con niños, niñas y adolescentes, sus familias y docentes, con el propósito de actualizar normas de convivencia basadas en el respeto y dignidad de las personas. Por ningún motivo hay que tomar medidas coercitivas ni individualizar el problema. Se necesita promover el compromiso y participación de las familias, de los docentes y de los NNA en espacios de conversación, permitiendo que la comunidad se haga parte del diseño de las estrategias a aplicar. Esta tarea involucra el reconocimiento de los niños, niñas y adolescentes como sujetos con voz, opinión y propuestas, del mismo modo que los docentes y las familias que integran cada comunidad escolar.

En un contexto de reflexión de la comunidad educativa, es fundamental reconocer que la violencia involucra aspectos emocionales de los NNA y sus familias, ansiedad, estrés y tristeza pueden estar asociadas a la experiencia traumática de haber sido víctima de la violencia. Lamentablemente, la experiencia traumática de ser víctima de violencia implica una herida y efectos negativos en distintas dimensiones, ya que es una ruptura en la biografía de los NNA que amenaza la vida, la que es asimilada con el correr del tiempo (Martínez, M.D., Ucros, M., & Vanegas, B.X, 2016). En cuanto a la experiencia de las víctimas de violencia en contextos escolares, es importante tener en cuenta las siguientes manifestaciones que podrían ser indicadores de su presencia: (i) inseguridad en propias capacidades y desarrollo físico; (ii) dificultades para establecer relaciones sociales; (iii) percepción amenazante del mundo; (iv) tristeza, decaimiento y falta de ánimo; (v) ideas suicidas.

Sabemos que uno de cada diez padres o madres en Chile dice tener un hijo que ha experimentado situaciones de violencia y que la violencia disminuye el rendimiento de los estudiantes, sobre todo cuando la institución no logra establecer normas de convivencia para generar un ambiente propicio para el aprendizaje. Las denuncias siguen aumentado cada año, más del 70%, lo que claramente indica de que el fenómeno es importante y requiere de una ciudadanía informada que participe en espacios de reflexión, en función de actuar adecuadamente. Pero, en contextos como la escuela, ¿qué hacer cuando observamos manifestaciones de violencia? ¿qué podemos hacer como familia, equipo docente y NNA?

La familia es un espacio que cumple la función socializadora y de nutrición emocional, siendo fundamental el rol mediador en los procesos que observa en los NNA. Es por esto por lo que al detectar manifestaciones de violencia debe alertar en los diferentes ambientes de desarrollo del niño. Observar y preguntar, tanto en la escuela como con las personas que niños, más frecuenta, hacernos preguntas tales como: cuándo el niño se altera, ¿cuándo se siente más incómodo?, ¿con qué personas le suele pasar?, ¿quiénes rodean tanto al niño que agrede como al niño agredido?, Por tanto, no basta suponer que son aspectos que pasarán con el tiempo, sino que es importante hacerse cargo y consultar, siendo a veces necesario recurrir a especialista en áreas de salud mental.  

Es necesario que la comunidad se haga cargo en su conjunto de prevenir efectos complejos, y en este sentido la comunidad incluye los adultos que rodean a los niños, niñas y adolescentes siendo las familias y los educadores quienes van guiando su desarrollo considerando los siguientes aspectos:

  • Asumir el rol de “Adultos Responsables”, como guías en la inserción social, tanto en la familia como en la escuela.
  • Involucrarse en la relación y desarrollo de los niños y niñas y adolescentes, esto es con preguntas y compartiendo tiempos juntos de calidad, que impliquen el interés de la vida diaria de los niños, en espacios de ellos y no sólo en espacios de adultos.
  • Asumir el rol de agentes reguladores en el contexto familiar como parte del proceso educativo para una sana convivencia, poniendo límites con asertividad basado en el diálogo y el respeto, esto implica ser permanentemente mediadores de las interacciones de los niños, de tal modo de detectar tempranamente indicadores violentos.
  • Enfrentar y conversar directamente los temas difíciles del desarrollo. Muchas veces para llegar a algo sano necesitamos pasar por conversaciones o situaciones incómodas que implican evidenciar decisiones o situaciones que dan cuenta de la violencia. 

Es necesario que las escuelas reciban apoyo psicoeducativo para poder desarrollar área socioemocional en los niños, niñas y adolescentes. Es por esto por lo que algunos objetivos que podrían perseguir las escuelas, en relación con estos temas principalmente son:

  • Promover la importancia de los conceptos de autoconocimiento, emociones, autorregulación y relaciones interpersonales dentro del desarrollo personal y social.
  • Formar a la comunidad educativa para que asocie y aplique los elementos de la educación emocional
  • Fortalecer los vínculos afectivos entre la comunidad educativa para disminuir y prevenir la violencia directa.

Referencias:

Loades, M. E., Chatburn, E., Higson-Sweeney, N., Reynolds, S., Shafran, R., Brigden, A., … & Crawley, E. (2020). Rapid systematic review: the impact of social isolation and loneliness on the mental health of children and adolescents in the context of COVID-19. Journal of the American Academy of Child & Adolescent Psychiatry59(11), 1218-1239.

Comité de los Derechos del Niño (2020). El Comité de Derechos del Niño advierte sobre el grave efecto físico, emocional y psicológico de la pandemia COVID 19 en los niños y hace un llamado a los Estados para proteger los derechos de los niños. Recuperado de: https://tbinternet. ohchr.org/Treaties/CRC/Shared%20Documents/1_Global/INT_CRC_ STA_9095_S.pdf

Tijmes, C. 2012. Violencia y Clima Escolar en Establecimientos Educacionales en Contextos de Alta Vulnerabilidad Social de Santiago de Chile. extension://efaidnbmnnnibpcajpcglclefindmkaj/viewer.html?pdfurl=https%3A%2F%2Fscielo.conicyt.cl%2Fpdf%2Fpsykhe%2Fv21n2%2Fart09.pdf&clen=211860&chunk=true  Martínez, M.D., Ucros, M., & Vanegas,B.X. (2016). Impacto de experiencias traumáticas sobre el desarrollo cognitivo, emocional y familiar en niños y adolescentes víctimas de violencia. Revista Tesis Psicológica, 11(1), 206-215.

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