“En la UNAP heredamos una profunda identidad de compromiso con la región”

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Consciente sobre el rol de su profesión, el sociólogo Aníbal Valenzuela Sepúlveda (46) asegura que como titulado de la Universidad Arturo Prat (UNAP), se formó con la convicción de poner sus conocimientos y trabajo al servicio de la comunidad regional y nacional.

De su ciudad natal Vallenar, en la Región de Atacama, se trasladó hasta Iquique, en la Región de Tarapacá, para cursar sus estudios de Sociología. Desde entonces se radicó en esa ciudad puerto, donde actualmente vive con su esposa Beatriz, junto a sus hijas Beatriz Antonia y María Francisca.

Y asegura que ellas tres, son su inspiración diaria para desarrollar un constante trabajo en terreno y permanente vinculación con las comunidades donde aporta sus servicios profesionales.

¿Cuáles fueron las principales herramientas que te brindó la Universidad para desempeñarse en el campo laboral?

“La carrera me brindó un conjunto integral de herramientas tanto teóricas como metodológicas. Esto me ha permitido dar respuestas pertinentes a problemáticas emergentes, planificando los procesos de intervención desde una perspectiva participativa”.

¿En qué estás trabajando y cuál ha sido tu mayor logro hasta el momento?

“En el último tiempo he estado trabajando en el Programa Quiero Mi Barrio y en la Municipalidad de Iquique prestando asesoría en diversos temas: proyectos de prevención situacional, participación ciudadana, acompañamiento a procesos comunitarios, puesta en valor de patrimonio intangible, etc. Mi mayor logro ha sido el permanente trabajo en terreno, desarrollando un muy buen vínculo con las y los vecinos y sus dirigentes”.

TEMÁTICAS REGIONALES

¿Qué destacas de tu formación como profesional en la Universidad?

“Destaco que nuestra formación fue bastante integral. En la malla curricular teníamos dos grandes columnas vertebrales: las teorías y las metodologías. Además, cursamos varias cátedras relacionados con temáticas regionales y otras que en su momento fueron bastante vanguardistas, como género y generación, o globalización. En su momento, tuvimos clases con docentes que venían llegando de sus especializaciones desde universidades europeas, y refrescaron la carrera de Sociología con autores, lecturas y perspectivas más actuales”.

Desde que comenzaste a trabajar, ¿Qué es lo que más ha cambiado?

“En el último tiempo han irrumpido las plataformas virtuales, debido especialmente a la pandemia de Covid-19. Por lo mismo, hemos tenido que adaptar y desarrollar nuevas metodologías para levantar información desde lo virtual, sin perder la vinculación con las y los vecinos. Por ejemplo, en el Municipio de Iquique y en el Programa Quiero Mi Barrio hemos realizado autodiagnósticos y recorridos barriales virtuales”.

CALIDAD HUMANA

¿Qué recuerdas de la Universidad y qué experiencias y aprendizajes enfatizas?

“Destaco la calidad humana de algunos profesores que me marcaron, como don Horacio Larraín y don Jorge Tapia (QEPD). También las largas conversaciones con profesores, profesoras y estudiantes. La Sociología tiene mucho de reflexión y de praxis, y es en la universidad donde esto comienza a desarrollarse”.

¿Cuáles son tus proyecciones a futuro como profesional?

“Quiero seguir especializándome en algunas áreas como la participación ciudadana, el patrimonio intangible y la prevención situacional. También para mi es importante alternar los temas académicos y el trabajo en terreno. Esto me mantiene al día sobre la contingencia y me permite trabajar con los pies puestos en la tierra. También quiero seguir escribiendo breves historias de las poblaciones de Iquique, esto lo estoy haciendo desde el año 2019, de manera voluntaria, y ya me han publicado seis de ellas en revistas de distribución regional”.

UN SUEÑO

¿Cuál es tu proyecto futuro?

“Desde que egresé, he estado junto con mi familia —mi esposa Beatriz y mis hijas Beatriz Antonia y María Francisca— con jóvenes voluntarios y con vecinas y vecinos de la población Caupolicán, en Iquique. Y hemos llevado adelante un gran proyecto: formamos el año 2003 el Centro Social y Cultural Caminos, que se ha convertido en un espacio de prevención y promoción para las y los niños de nuestra población. Desde esta organización hemos creado muchas acciones y programas, algunos se han convertido en buenas prácticas que hemos compartido, y que otras instituciones y organizaciones han replicado. Un sueño a futuro sería transformar al Centro Caminos en una fundación. Pienso que las y los profesionales debemos devolver la mano por todo lo que Dios y la vida nos han entregado. Y una forma de hacerlo es ponernos al servicio de la comunidad”.

¿Cuál es el sello que caracteriza a cada profesional de la UNAP?

“Pienso que un sello podría ser el regionalismo y la identidad nortina. Somos una universidad regional con toda la riqueza que ello conlleva y por lo mismo, en la UNAP heredamos una profunda identidad de pertenencia y compromiso con la región y su gente”.

NUEVAS GENERACIONES

¿Qué consejo le das a las nuevas generaciones de estudiantes?

“Que estudien, que estudien mucho, que no se olviden de sus orígenes. Y que una vez que trabajen sepan conjugar ese trabajo con su compromiso social”.

¿Cuál ha sido lo más difícil experiencia laboral y cómo la has enfrentado?

“Las veces que he tenido que ser líder de un equipo de trabajo, siento que no tengo esas competencias y que tampoco recibimos mucha formación para aquello. Sin embargo, son desafíos que hay que sacar adelante y para eso uno termina entendiendo que como persona y profesional estamos en constante desarrollo y por lo mismo, hay que estar en permanente formación tanto humana como profesionalmente”.

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