Guido Cerda Silva
Director de Carrera de Psicología, Facultad de Ciencias de la Salud.
Cuando hablamos de competencias, lo primero que se nos viene a la cabeza es la acción de competir, es decir, ganar alguna carrera o situación que nos encontremos desarrollando. Sin embargo, no necesariamente hablamos de ello. Competencia también es el término que entregamos a las habilidades de las personas. Es un conjunto de aptitudes, características e incluso de aspectos de la personalidad del ser humano, que permiten que una persona desempeñe funciones de acuerdo a la necesidad de su quehacer diario.
Al referirnos a las competencias (y podrás oír de ellas como soft skills), nos acercamos a la forma en que una persona comienza a realizar distintas acciones, sin embargo, estas no surgen en la adultez, sino que desde la infancia. El desarrollo de las competencias crece con el paso de los años y es esencial que, desde la base formativa, tanto en el hogar como el núcleo familiar los niños tengan la posibilidad de adquirir habilidades, fortalecerlas y potenciarlas, con el fin de ampliar la gama de opciones que tendrá en la adultez.
Todo esto nos lleva a preguntarnos, ¿Es suficiente el adquirir competencias? ¿Qué sucederá en el futuro cuando sean las “máquinas” las que dominen el mundo? Primero que todo: No es necesario alarmarnos. La adquisición de competencias en el ser humano, es una habilidad innata que se desarrolla con el tiempo. Todos somos capaces de mejorar nuestras habilidades y capacidades lo cual nos brinda una ventaja competitiva natural al momento de enfrentar el mundo laboral.
Por otro lado, si proyectamos nuestro crecimiento profesional al año 2030, periodo en el cual se espera el crecimiento tecnológico sea exponencial, serán nuestras propias competencias las que nos permitirán alcanzar nuevas metas. Si bien, existe el mito que los avances tecnológicos acabarán con el empleo, estos temores han surgido desde la época de la revolución industrial y no necesariamente ha significado la destrucción de la humanidad. Todo lo contrario, ha sido la creatividad e innovación una de las competencias más atesoradas por las organizaciones. Estas han permitido que el ser humano sea capaz de adaptarse y buscar nuevas formas de desempeño en las labores, como es el caso de los nuevos empleos.
Revisando distintas publicaciones en el último tiempo, en el año 2017, el reconocido portal de empleos JobGetter, reportó que para el año 2030, dos tercios de los trabajos existentes en la actualidad, basarán su desempeño en las competencias que hemos adquirido desde la infancia. Tal es el caso de la comunicación, la cual es la plataforma de cualquier proceso organizacional en una empresa.
Cuando logras comprender que sólo tú eres la ventaja competitiva más grande que tiene una empresa, eres capaz de alcanzar las metas que quieras colocar en tu vida profesional. Debes descubrir aquellas competencias que hoy en día has desarrollado, como el liderazgo, o el trabajo en equipo. No todos son grandes líderes, pero existe la posibilidad que desde tu infancia hayas desarrollado esta competencia y hoy se encuentre en su máximo exponencial para ser aplicada en el ámbito laboral.
Entonces, no nos preocupemos por el ansioso futuro, aprovechemos el presente en desafiar nuestras propias habilidades. Destinemos tiempo en evaluar cómo interactúas con las personas y tu espacio de trabajo. De esta forma, estarás un paso adelante cuando necesites saber qué característica personal es la que resalta en tu profesionalismo.